lunes, 2 de mayo de 2011

El franquismo

El franquismo



            El franquismo fue un régimen político y social que nació durante la Guerra Civil, debido a la necesidad de los sublevados de dotarse de un mando único y una estructura estatal paralela a la republicana, una legislación y un poder ejecutivo antiparlamentario y antidemocrático que se apoyaba en un partido único (F.E.T. y de las J.O.N.S., el Movimiento)
Francisco Franco durante todo el periodo dictatorial hasta 1975 concentró en sus manos la potestad y la iniciativa legislativa, y no contó con un Parlamento o Constitución que limitara sus poderes. Una serie de leyes (Leyes Fundamentales y la Ley de Principios del Movimiento Nacional) conformarán el entramado jurídico del régimen.

            El régimen evolucionará por las circunstancias sociales y económicas, por la situación internacional y por las presiones internas, pero una serie de principios ideológicos iniciales, compartidos por todos los regímenes de derechas conservadoras y autoritarias europeas de entreguerras, permanecerán inmutables con el paso de los años.
1. En primer lugar el rechazo de la sociedad burguesa contemporánea y el anhelo de un pasado glorioso y muchas veces mítico que conectaba directamente por el régimen. Se idealizaba la época de los Reyes Católicos y su simbología, así como los Austrias Mayores, especialmente Felipe II, exaltando la idea de cruzada contra el liberalismo (personificados en los masones), los no católicos (judios para el régimen) y los marxistas (calificados de comunistas)
2. Otra idea esencial será su odio hacia las instituciones liberales y la idea de democracia parlamentaria, consideradas las causantes de la decadencia nacional.
3. El anticomunismo, representado por una durísima represión del movimiento obrero, será ejercido hasta los últimos años del régimen. Esta actitud le permitirá romper su aislamiento internacional gracias al contexto de la Guerra Fría.
4. Identificación de un espíritu nacional español y centralista, que rechaza toda idea de nacionalismo periférico, con el catolicismo más conservador, considerado como propio del alma española. Con el tiempo este posicionamiento llevará a sectores progresistas de la Iglesia a ejercer una oposición al régimen.
5. La creación de un estado corporativo articulado en torno a un sindicato único y vertical en el que incluían tanto a los empresarios como a los trabajadores.

            Como veremos al tratar el desarrollo de las etapas del franquismo, el sistema se apoyó ideológicamente en las denominadas familias del régimen. Entre ellas destacan la Falange (al principio), antiliberales con importantes coincidencias ideológicas con el resto de partidos fascistas europeos, que ejerció la violencia contra la II República y durante la Guerra Civil; los monárquicos conservadores radicalizados ante las reformas republicanas, que eran consideradas por ellos como actos revolucionarios, y el franquismo les ofrecía orden y protección a sus propiedades; el ejercito que se alzó, en un principio, como el principal grupo de poder; la Iglesia, que se había opuesto a las medidas democratizadoras de la República, apoyó el sistema ya desde la publicación de la Pastoral dirigida a los obispos del mundo por el Cardenal Gomá y firmada por casi todos los obispos españoles, dando, de este modo, justificación tanto a la guerra, que denominaron cruzada, como al sistema creado.. Por último serán los sectores del Opus Dei (tecnócratas) los que ascenderán en el escalafón ideológico en la época del desarrollismo.

            Socialmente se sustentó en los grandes propietarios de tierras, la burguesía industrial, la aristocracia financiera, la burguesía empresarial y especuladora que surgirá durante la autarquía, las clases medias rurales y urbanas y los eclesiásticos. Las ideas de orden y defensa de la propiedad, en un país con tantos desequilibrios en el reparto de la misma, y la defensa de una religión a la que el triunfo del liberalismo desde el siglo XIX y de la democracia real en el XX había alejado del poder, serán las explicaciones para dichos apoyos sociales.

            El régimen de Franco puede dividirse en tres etapas cronológicas bien diferenciadas.
            1. La construcción del régimen tuvo lugar entre los años 1939 y 1951.
 *Se diseñó un Estado de tinte fascista o nacionalsindicalista, donde la figura más relevante será el propio cuñado del dictador Ramón Serrano Suñer, y el partido único aportará la cobertura formal del gobierno. Las familias predominantes serás los falangistas y militares, en minoría los sectores católicos, reclutados generalmente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas.
*La Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la de la Supresión de la Masonería y el Comunismo (1940), la Ley para la Seguridad del Estado (1941) y la Ley de Represión del Bandidaje y el Terrorismo (1947), fueron los instrumentos legales para la fuerte represión de los vencidos que proponía el sistema. Éste llevó a cabo unos 50000 fusilamientos y en 1939 mantenía 300000 reclusos. Por otro lado, al término de la guerra se inicia un movimiento armado de resistencia frente al régimen (los maquis), que aunque importante no pudo hacer frente al fuerte aparato represivo del Estado.
*En materia legislativa, esta es la etapa en la que se establecen las Leyes Fundamentales, que acompañaban al Fuero del Trabajo (1938) y que a falta de una Constitución forman el aparato jurídico más importante del franquismo. La Ley Constitutiva de las Cortes (1942) que creaba una cámara corporativa y consultiva que representaba teóricamente a sindicatos, familias y municipios, y que formaba un sistema denominado democracia orgánica. El Fuero de los Españoles (1945) limitaba los derechos e impedia el ataque a los principios ideológicos del régimen. La Ley de Referéndum Nacional (1945) que recoge la posibilidad de consulta popular. Por último la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, que concedía al dictador la facultad de elegir a su sustituto. Afirmaba que España era un reino y que a su muerte o incapacidad un monarca que acate los principios del régimen le sustituiría.
*En materia económica las características principales de esta época serán el racionamiento y la autarquía. Se hizo necesario un sistema de adjudicación de productos de primera necesidad, causado por la escasez de posguerra, que favoreció la creación de un mercado negro (estraperlo) que benefició a ciertos sectores. Por otro lado el franquismo adoptó una política económica dirigista e intervencionista, de aislamiento y suficiencia respecto al mercado exterior. Las causas de esta decisión son las pérdidas materiales de posguerra y el estancamiento generalizado necesitado de una reactivación; las dificultades para acudir a un mercado internacional, puesto que la ONU condenó al régimen; y el nacionalismo económico proteccionista adoptado como ideología oficial.
*Respecto a la política exterior, aunque la posición española fue de no beligerancia en la Segunda Guerra Mundial, Franco colaborará con las potencias del eje, sus aliados en la Guerra Civil. Suministró materias primas y colaboró con la invasión de la URSS a través de la División Azul (47000 voluntarios). En noviembre de 1940 en Hendaya se firmó un protocolo entre Hitler y Franco para la entrada de España en la Guerra Mundial, pero las exigencias del dictador español y las dificultades de Alemania que tiene que volver la vista al Este, obligó a posponer el plan. A partir de 1942 la previsible derrota de Italia y Alemania y la pérdida de peso político de Serrano Suñer harán tomar al dictador una posición algo más neutral. En esta coyuntura el peso de los católicos aumenta en el aparato estatal. El Ministro de Exteriores Alberto Martín Artajo buscará obtener el favor internacional de los aliados, ya vencedores. Se inicia la etapa denominada nacionalcatolicismo en la que el personaje más influyente será Luis Carrero Blanco, que arrinconará a los sectores falangistas a los que encomendará el  ámbito de la organización laboral y el régimen sufre un proceso de desfascificación formal para intentar ganarse a la opinión pública internacional. Tras la Segunda Guerra Mundial las instituciones internacionales condenan la naturaleza del franquismo y se inicia un bloqueo diplomático y económico encabezado por la ONU. Éste fue roto por la Argentina de Perón y más tarde como consecuencia de la Guerra Fría los Estados Unidos inician un acercamiento al régimen, enemigo del comunismo, que fructificará en los años cincuenta. Hasta entonces España quedó excluida de las nacientes OTAN y CEE

            2. Durante los años cincuenta el régimen se consolida.
 *En el tema internacional, el país fue eliminando algunos aspectos de la política antártica y aislacionista. Después de 1950, las relaciones diplomáticas del régimen mejoraron. España podía servir a los países del bloque capitalista como freno a un posible avance del comunismo a nivel internacional, y como plataforma para la red de bases militares estadounidenses. En septiembre de 1953 se firmaron unos pactos con EEUU que suponían la integración económica y militar de España en el bloque occidental y la concesión de una serie de ayudas económicas y concesión de créditos, a cambio del establecimiento de bases en Morón de la Frontera, Torrejón, Rota y Zaragoza. Aunque el régimen no disfrutara de las ventajas del Plan Marshall y fue vetado su ingreso en la CEE y la OTAN, en 1955 fue admitida en la ONU , y dos años antes se firmó un Concordato con la Santa Sede que consagró la confesionalidad del Estado y el poder del dictador para presentar candidatos a obispo al papa. El proceso de integración en el bloque occidental culminó con la visita del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower en 1959.
*En 1958 con la Ley de Principios del Movimiento Nacional se consagró la ideología del régimen basada en la unidad de España, la prohibición del partidos políticos y la democracia orgánica, definiendo el régimen como “una monarquía tradicional, católica, social y representativa”
*Aparecieron en estos años las primeras manifestaciones de protesta. Entre las más destacables encontramos la crisis universitaria del año 1956, con motivo de las elecciones para delegados de curso se extendió un conflicto entre miembros del SEU y opositores, que el régimen zanjo con purgas en la Universidad y el cierre de las mismas. La oposición popular ya la podemos apreciar en el boicot popular de 1951 en Barcelona contra las subidas del precio del tranvía. Un mes después tuvo lugar la llamada huelga blanca en Madrid con las mismas características. Lograron el descenso de tarifas y la rectificación de alguna medida del gobierno. Durante el bienio 1956­1958 se produjeron huelgas en el País Vasco, Madrid y Barcelona contra la inflación, surgiendo comisiones espontáneas de obreros para negociar. El resultado fue la publicación de la Ley de Convenios Colectivos que reconoce a los trabajadores la negociación con los empresarios.
*Por último es destacable en este periodo la descolonización de Marruecos. En 1956, el área francesa de la zona se independizó, lo que conllevó también el fin del protectorado español. Marruecos reivindicará posesiones que seguían en manos españolas como Ifni y el Sahara Occidental, llegando a enfrentamientos armados. El final del conflicto coincidirá con el del régimen franquista. En 1975, el rey Hassan II anunció una marcha verde en la que invitaba al pueblo marroquí a ocupar el Sahara español. La marcha comenzó en noviembre, con el dictador agonizante, y las autoridades españolas decidieron abandonar la colonia y ofrecerla a Marruecos y Mauritania en los Acuerdos de Madrid en noviembre de 1975.

            3. En el periodo 1959­1975 se producen en España cambios importantes a nivel económico y social, mientras en materia política las transformaciones son escasas, llegando incluso a una cerrazón final en los llamados años del búnker.
*Las primeras transformaciones llegaron con la renovación de los dirigentes del régimen. En 1957 llegan a la cúpula de poder, de la mano de Carrero Blanco y ligados al Opus Dei, los llamados tecnócratas, con López Rodó a la cabeza. Pretenden la modernización económica del país a través del Plan de Estabilización de 1959, responsable del crecimiento económico de los años sesenta. Serán los años considerados del desarrollismo, ya que se produjo un fuerte crecimiento económico  que transformó y modernizó a la sociedad española. Produciéndose así un contraste entre una sociedad moderna y un inmovilismo institucional y político del régimen. El objetivo del Plan de Estabilización fue frenar la inflación y facilitar las exportaciones y la entrada de turistas e inversiones extranjeras. Para ello fue determinante la devaluación de la peseta y el abandono del modelo autárquico. En el mismo sentido debemos nombrar los Planes de Desarrollo (cuatro entre 1964 y 1976) dirigidos desde la Comisaría del Plan de Desarrollo por López Rodó. Se desplazó el eje económico desde la agricultura a la industria y, en menor medida, a los servicios. La concentración industrial en torno al País Vasco, Cataluña, Madrid y los potenciados polos de desarrollo (Zaragoza, Valladolid, Vigo …) facilitó la rentabilidad del sector secundario. En cuanto a la transformación social es destacable el éxodo rural enorme de estos años. La mecanización del campo impulso el aumento de beneficios y la expulsión de mano de obra excedentaria que fue aprovechada por la naciente industria. Produciéndose un crecimiento urbano impensable en los años de posguerra. La mejora económica y el equilibrio en la balanza comercial se acabaron de conseguir gracias a la llegada de transferencias de dinero o remesas que los emigrantes españoles (en estos años en torno al millón) enviaban desde el extranjero.
*En cuanto a la actividad política se deben destacar en estos años la Ley Órganica del Estado (1967), que diseñaba la España posterior a la muerte del dictador de manera continuista;  la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 a cargo del ministro de Información y Turismo Manuel Fraga que suspendía la censura previa, y la sustituía por multas y secuestros de tiradas, a las publicaciones críticas con el régimen; el nombramiento en 1966 de Juan Carlos de Borbón como sucesor. Para ello, el heredero tuvo que jurar lealtad a la Ley de Principios de Movimiento Nacional.
*Los problemas que afrontó el régimen en su última etapa fueron diversos. Desde dentro del régimen, estos aires de apertura fueron duramente criticados por un sector, denominado el búnker, que propuso el regreso al espíritu del 18 de julio, temerosos de lo que pudiese llegar tras la muerte del dictador. La división interna se hizo notoria con el caso MATESA, escándalo de corrupción que el sector falangista aprovechó para elevar sus críticas a los tecnócratas.
Por otro lado, en materia económica España sufrió las consecuencias de la crisis energética de 1973, que frenó el fuerte crecimiento anterior.
En el ámbito político, el asesinato por ETA del presidente del Gobierno Carrero Blanco, hará que el secor duro del régimen logré el nombramiento de uno de sus representantes como sustituto del Almirante, será Carlos Arias Navarro. Se apartó a los tecnócratas del poder y el nuevo Gobierno volvió a coparse de falangistas, incapaces de compaginar liberalismo económico con una fuerte represión.
La oposición al régimen acompañó al crecimiento económico. La protesta obrera se canalizó por sindicatos prohibidos. El más importante fue CCOO surgido en 1962 que se aproximará a las teorías del PCE, también encontramos en el ámbito centrista y cristiano a USO, el recrecimiento de ELA­STV en el País Vasco. La UGT no recuperará su influencia hasta la muerte del dictador. En este ambiente, la conflictividad y las huelgas irán en aumento, sobre todo a partir de 1973. Desde 1965 la protesta estudiantil volvió a estallar, llegándose a declarar el estado de excepción en 1969. Tras el Concilio Vaticano II y la llegada al sacerdocio de hombres que no vivieron la Guerra Civil, la Iglesia se irá distanciando del régimen, en especial su estrato más bajo, que cubría las nuevas barriadas de la ciudades y se identificaba con los problemas de los trabajadores. Esta nueva visión vino encabezada por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal. La oposición política estaba encabezada por el PCE, liderado desde 1960 por Santiago Carrillo, impregnado de la idea del eurocomunismo, que propugna la ruptura con la URSS y la unión de todos los opositores del régimen. El PSOE se renovó por los grupos sevillano (Felipe González), vasco (Nicolás Redondo) y madrileño (Pablo Castellanos) en el Congreso de Suresnes en 1974, desbancando a la vía tradicional encarnada por Rodolfo Llopis. Por otro lado el terrorismo se incrementó. Desde 1959 el grupo terrorista ETA con ideología independentista y leninista llevó a cabo atentados. En el último año del régimen se crean otros grupos de extrema izquierda como los FRAP o los GRAPO. El Tribunal de Orden Público creado en 1963 fue el arma represiva del régimen. Las condenas y ejecuciones que sentenciaba escandalizaron al mundo, como el fusilamiento del dirigente del PCE, Julián Grimau en 1963, el proceso de Burgos en 1970, el proceso 1001 en 1973, o la ejecución de Salvador Puig Antich en 1974.

Finalmente, el 20 de noviembre de 1975, fallecía el dictador, dejando un Estado anacrónico que se derrumbaba y al que sólo mantenía su propia figura y un poderoso aparato represivo

La noche de los cristales rotos en El Aaium (Sahara Occidental)

 

Campamento saharaui en el desierto argelino


Decía Marx que la historia se repite como caricatura al analizar los errores del ser humano a lo largo de la historia. Walter Benjamín resumía la historia como cúmulo de desgracias y barbaridades que se amontonaban unas sobre otras. “Erre que erre” y “El hombre es el único animal que choca dos veces con la misma piedra” son ya sentencias populares a nadie ajenas, todos las hemos utilizado en multitud de ocasiones.


Noche de los cristales rotos




Fuerzas de seguridad alemanas mofándose de un judio
La fuerza es su lenguaje
La idea de que el hombre por definición no aprende de sus malas experiencias ha sido desarrollada en multitud de ocasiones y circunstancias. Incluso estamos cansados de ver como una simple rata de laboratorio, sometida a algún castigo físico ante una reacción frente a un estímulo determinado, aprende al menos lo que no tiene que repetir si no quiere sufrir de nuevo, capacidad animal que los hombres parece que hemos olvidado.




Placa conmemorativade la tragedia alemana



Toda esta perorata viene al caso con el ridículo universal en el que ha vuelto a caer nuestro género una vez más. Nuestro deseo al escribir estas líneas queda muy lejos de ejercitar la técnica literaria de la comparación. Ni tan siquiera acercarnos a una lección práctica de historia comparada. Se trata tan sólo de evidenciar lo ridículo que somos frente al poder que nos adjudicamos. Seres desarrollados, animales inteligentes, seres con conciencia e instinto de conservación son autodefiniciones falsas, únicamente se trata de anhelos de lo que nos gustaría ser pero que los hechos se empeñan en contradecir.

El ejemplo que se trae hoy aquí no deja lugar a dudas. La noche de los cristales rotos (en alemán: Reichspogromnacht o Reichskristallnacht) fue un pogromo ocurrido en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Fue dirigido contra ciudadanos judíos en todo el país y es para muchos observadores el paso previo hacia el inicio del Holocausto. El caso es que las fuerzas de seguridad alemanas con instrucciones de los dirigentes políticos del país arrestaron a miles de judíos  y también destrozaron sus comercios. Más de 90 de ellos fueron asesinados en los altercados. El ataque fue maquiavélicamente pensado y orquestado por el gobierno alemán. Esto significaba que el mando del NSDAP (Partido Nacional Socialista) estaba de acuerdo y, como hacía a menudo, el gobierno utilizó la organización del partido aparte de la autoridad del gobierno. El 9 de noviembre estos altercados destruyeron 1.574 sinagogas, multitud de cementerios y más de 7.000 tiendas. Más de 30.000 judíos fueron detenidos e internados en campos de concentración. Lo llamativo de esta tragedia fue la reacción de la comunidad internacional que no hizo otra cosa que lamentar oficialmente los hechos y mirar para otro lado. Mucha conversación multilateral, mucha reunión, cientos de declaraciones de protesta, pero ninguna acción y total respeto al espíritu de claudicación firmado en el Pacto de Munich firmado con Hitler en el mes de septiembre anterior que le permitirá seguir con su política de agresiones y violencia.


Violencia marroquí




Violencia marroquí


Asesinado saharaui por fuerzas marroquíes






Exactamente setenta y dos años después, para colmo de caricatura en el mismo día del año, las fuerzas de seguridad marroquíes invaden, ocupan y reprimen una ciudad creada de manera provisional y pacífica por gentes saharauis. La idea saharaui era inteligente y una forma de protesta novedosa y atractiva para el mundo. La creación de un campamento a pocos kilómetros de la capital de la zona saharaui ocupada por Marruecos con el fin de manifestar la injusticia que durante décadas se ha cebado con este pueblo. Denunciar la situación colonial del territorio y darla a conocer al mundo ha sido el pecado cometido por los saharauis, y muy grave ha debido de ser para que Marruecos ordene una masacre como ésta. Monstruos como el de la ocupación marroquí ha habido muchos a lo largo de la historia, pero la capacidad de actuación de la comunidad internacional para frenar sus actos es algo novedoso. Ahora sí que existen multitud de mecanismos y medidas para obligar a cualquier gobierno a respetar los derechos humanos. Es simplificar, pero podemos resumirlas en una institución: la ONU. ¿Qué hace? Lo mismo que la esclerótica Sociedad de Naciones de los años treinta. Habla, se reúne, denuncia, advierte, pero sin hechos. Y no por falta de recursos y legitimidad, sino porque pesan más intereses económicos, que además a nivel global son insignificante calderilla.


Hay quien continúa con el lenguaje de la paz
Aminetu Haidar




Por seguir con lamentables comparaciones viene a nuestra mente una imagen que nos ridiculiza como seres humanos. Vemos a la jerarquía marroquí riendo en los salones de palacio como los jerarcas nazis lo hacían en la puerta de Hitler. Y además se rien con razón. Se ríen de la debilidad de una supuesta comunidad internacional moderna y cargada de valores humanos. Se saben ganadores. La historia se repite en forma de caricatura. Así comenzamos y así concluimos. Pena.


¿Nunca más?

María Domínguez (Primera alcaldesa de la democracia)

Recreación literaria de cómo podrían haber sucedido las últimas horas de María Domínguez 




Aunque temidos y esperados, aquellos golpes en la puerta en mitad de la noche estremecieron a María. Sentada en la mesa de la cocina, envuelta en una manta, pues las últimas brasas de la cocinilla se habían apagado hacía horas, esperaba aquella visita nocturna. Aquel septiembre fue frío y las nieblas recorrían la comarca retrasando la vendimia con la esperanza de que el sol apareciese y disipase las brumas.El resto de los habitantes de la casa se habían acostado tras la cena, una clarísima sopa de cebolla y pan, que sería lo último que la exalcaldesa de Gallur se llevaría a la boca.


Localidad que vió nacer a María
Fuendejalón: la que le vió morir
Tabuenca: asesinato de su marido Arturo

- Al menos está caliente- fueron las únicas palabras que su hermana pronunció durante la cena, a modo de innecesaria excusa por la pobreza de la mesa, antaño repleta de embutidos y frutas que hacían las delicias de los visitantes.

Algo en su interior le señaló que ésa sería la noche elegida por las partidas que recorrían los pueblos para ajustar cuentas en el pueblo. Lo único que sintió fue la pena de tener que morir fuera de su Pozuelo de Aragón natal, o del propio Gallur, cuyo Consistorio dirigió durante unos meses. Arrojando la manta al suelo se precipitó a abrir la puerta para evitar que aquellos golpes en la puerta despertasen a los familiares que la acogían con caridad y duelo prematuro ante lo que todos sabían que iba a ocurrir. A su segundo marido, Arturo Romanos, ya lo habían fusilado unos días antes en la localidad cercana de Tabuenca. Ahora le tocaba a ella el turno de la venganza.

Hombres del Gallur de 1936


El motor de la camioneta seguía en marcha, pues no tenían previsto demorarse demasiado en detener a una mujer de cincuenta y cinco años que seguro no pondría resistencia. Un gesto amenazador en los labios y una indicación con la cabeza hicieron comprender a María que debía subir a la parte de atrás del vehículo. Había allí tres rostros conocidos de la zona, todos de varones que dirigían la mirada al suelo, como buscando en él una salida al ambiente macabro que reinaba aquella madrugada en la zaragozana localidad de Fuendejalón.

Imagen de Gallur a principios del siglo XX


Dicen que en los instantes anteriores a la muerte pasa por la mente a modo de selectivo resumen los momentos importantes de la vida. Si esto es cierto, María verá aparecer su infancia. Era la segunda y última hija de una modesta familia campesina. Como todos los niños del pueblo, trabajó pronto, vendimiando, espigando, arrancando trigo o cebada, cualquier labor que ayudase a la economía familiar. No obstante, se escapaba cuando podía a leer, recibiendo críticas de su madre por hacer cosas “poco femeninas”. Así pasó la juventud, hasta que sus padres le concertaron un matrimonio que mejorara la situación económica familiar, algo habitual por aquel entonces. Si su infancia no se distinguió por la abundancia de momentos felices, debido a las necesidades que sufrían las familias campesinas y al propio espíritu inquieto de María, que se ahogaba una y otra vez en la incomprensión de aquella sociedad atrasada; menos lo fue su repentino salto a la vida adulta, sin transición desde la infancia. De niña sometida a la autoridad de los padres se vio forzada a convertirse en esposa sometida a la del marido. Lo curioso es que los años de malos tratos y vejaciones a las que fue sometida en los tiempos de su primer matrimonio, se difuminaban en su recuerdo como una zona oscura que la memoria se esforzaba por olvidar. No iba a darle la satisfacción a su primer marido, Bonifacio de ocupar los últimos instantes de su vida como ocupó aquellos años de horror. Prefirió ver desfilar los momentos alegres y de complicidad disfrutados junto a Arturo, su segundo marido. Éste sí que fue elegido por ella como compañero. Compartían preocupaciones e ideología, y entre sueños de un mundo nuevo y mejor que debían ayudar a construir, discurrieron años de lo que ahora sentía como felicidad.
- No hay mal que por bien no venga- pensó en el interior de la camioneta. Los siete años de la pesadilla de su primer matrimonio, transcurridos en un escondido valle navarro, ejerciendo de maestra sin título, estudiando con esfuerzo sobrehumano en Pamplona y llevando el peso de la casa, le empujaron a la única salida que encontró en ese momento, la huida. A pie y sin apenas equipaje, la joven escapó a la enorme ciudad de Barcelona. Esta circunstancia le permitió establecer relaciones y entrar en contacto con ideas contestatarias contra la sociedad opresora imperante. Sin otra formación que la autodidacta se introdujo en el ambiente político y cultural del momento, llegando a ser una de las firmas femeninas con más reputación en la época. El País y el Ideal de Aragón fueron, entre otras, las publicaciones que recogieron sus pensamientos. Todavía recordaba con satisfacción cuando veía sus palabras publicadas y firmadas junto a otras tan reputadas como las de Clara Campoamor o la propia Concha Espina.
Pese a lo que habitualmente se piensa de que la mayor aspiración del ser humano es la voluntad de poder, no fueron especialmente placenteros los momentos en los que lo ejerció. Ostentaba la circunstancia de haber sido nada menos que la primera alcaldesa de España. Cargo del todo ajeno a la condición femenina hasta el momento. En 1932 la localidad de Gallur estaba en crisis, eran tiempos malos para la economía. La dictadura y la situación de crisis económica mundial afectaba a todos, pero como siempre era la gente humilde la que más la sufría. El gobernador civil de Zaragoza, consciente del peso adquirido por aquella mujer, llamó a María para presidir la comisión gestora que debía sustituir a la corporación municipal. Ella dudó, no tenía el respaldo de todos sus compañeros socialistas. No obstante, el 28 de julio de 1932 asumió el mandato, con el objetivo puesto en la educación que a ella se le había privado. María creía que la instrucción era el medio para reformar y modernizar la sociedad, por lo que buscó un lugar digno donde los niños pudieran formarse. El 6 de febrero de 1933 tuvo que dimitir por una ley aprobada en el Congreso que sustituía las comisiones gestoras creadas con carácter transitorio. Se marchó satisfecha de su labor, pero desilusionada y cansada de tanta censura a sus desvelos por el municipio. Dos enseñanzas extrajo de su pionera experiencia. La primera era la constatación de la inmadurez democrática que existía en la sociedad española de la II República, incluso entre sus correligionarios socialistas, y el largo camino que debería recorrerse para acabar con las desigualdades de clase y de género. La otra se materializaba en aquella camioneta destartalada que le conducía hacia la muerte. La resistencia de los grupos hasta entonces dirigentes. Gentes que habían monopolizado el poder durante siglos. Antes como nobles estamentos, entonces como clase propietaria y siempre legitimados por una Iglesia amante de privilegios y distinciones que la alejaba del mensaje cristiano al mismo ritmo que ampliaba su poder terrenal. Veía la acusación de intrusa en sus miradas. Carnívoros al acecho esperando el momento en el que se diera vuelta a la tortilla. La venganza llegará, podía leer en sus ojos. Y ese era el momento. Debía pagar por su osadía.
Una mujer con tres enormes pecados en su haber: intelectual y pensadora, irrespetuosa e inconformista con los valores familiares tradicionales y activista política en defensa de los más desprotegidos. Debía pagar por su osadía.
Fusilados en Badajoz en escena similar a la vivida por nuestra protagonista



Todo ocurrió demasiado rápido. Los bajaron a trompicones de la camioneta cuando llegaron a la encalada tapia del cementerio. Ninguno de los cuatro perdió los nervios ni se vivió ninguna escena de pánico. La resignación reinaba en el ambiente. El alba llegaba y ese era el momento elegido para la muerte. Los disparos resonaron por las calles del pueblo con un eco que ya se hacía demasiado habitual en aquellos días. Primero el sordo y grave de los fusiles y después los agudos y metálicos de pistolas que remataban con el tiro de gracia. Un único chillido ahogado se escuchó en el frío amanecer. Salía de la misma casa donde María se resguardo en su espera final. La mano cálida pero firme de su cuñado cubrió la boca de la hermana con fuerza y cariño. Ni tan siquiera pudieron lamentar las muertes de la familia. Disimular un duelo por temor y vergüenza era común entonces. Debe ser responsabilidad nuestra que ese lamento se libere. Nuestra sociedad tiene la obligación de dar a todos la posibilidad de llorar o recordar a sus muertos. Y en este caso concreto, por la defensa de valores como la democracia, la igualdad social y por encima de todo la libertad, la muerte de María Domínguez Remón nos pertenece a todos. Y su recuerdo también

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Walter Benjamin (Tesis sobre filosofía de la Historia)


Walter Benjamin (Angelus Novus)

Walter Benjamin
Angustia o esperanza



El cuadro de Klee que podéis ver a continuación inspiró al berlinés universal Walter Benjamin a establecer una de sus tesis sobre la Historia. Una visión desgarradora que nos conecta con el tiempo y lugar que le tocó vivir. Hoy lo vemos como lección, y con motivo del 70 aniversario de su muerte en un pueblecito de la frontera española (Port Bou), huyendo del horror nazi, le recordamos. Mucho hemos comentado al respecto un grupo de amigos durante esta semana sobre la vigencia del mensaje. Dos son las posturas enfrentadas de la controversia: el mal imperante en el mundo no tiene solución cual tragedia griega, o el mal impera, pero sus murallas dejan abiertas ciertas grietas, que el Angelus no pudo advertir.

La vedad es que no sé si existen esas grietas, pero de lo que estoy seguro es de mi obligación moral de creer en ellas, buscarlas, poner la vida en ello, y si aparecen en algún momento de ensueño, disfrutar del halo de luz ue penetra por ellas.

Un abrazo, Walter.



Angelus Novus, Paul Klee


                  "Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. Se ve en él a un ángel al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende del Paraiso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso."

Tumba del escritor en el cementerio de Port Bou.
Tan lejos del Berlín de su infancia.


Memorial Walter Benjamin (Port Bou, frontera franco-española)

Criterios de corrección definiciones PAU

CRITERIOS DE CORRECCIÓN DE LAS PREGUNTAS CON VALOR DE 1 PUNTO



Al-Andalus

            Los musulmanes denominaron Al-Andalus al territorio hispano que conquistaron. Esta sociedad islámica permaneció desde principios del siglo VIII hasta finales del siglo XV, conociendo tres  períodos políticos fundamentales: emirato independiente, califato y reinos de Taifas. Las victorias cristianas  consiguieron que, desde mediados del siglo XIII, Al-Andalus quedara reducido a Granada. Los soberanos andalusíes ejercieron un poder absoluto, concentrando la máxima autoridad política y religiosa.
En cuanto a su organización económica y social, cabe destacar la importancia que tuvieron las ciudades. Córdoba fue un gran centro cultural, sobre todo durante la época del Califato. En la agricultura destaca el impulso a los regadíos y la difusión de nuevos cultivos (agrios, arroz, algodón, azafrán). Su cultura estuvo influida por la religión, que impregnaba toda la vida pública. Tras ocho siglos de convivencia más o menos pacífica, la cultura islámica dejó huella. Actuaron como transmisores de conocimientos, sobre todo del mundo helenístico y del Oriente, nuestro léxico todavía conserva palabras de origen árabe y la huella de su arte se aprecia en construcciones tan notables como la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada o la Aljafería de Zaragoza.

La repoblación cristiana

            El avance de los ejércitos cristianos sobre territorio musulmán vino acompañado de un movimiento de colonización del mismo, que implicó una nueva organización social, política y administrativa. En algunas zonas permanecieron los musulmanes (mudéjares), merced a unas capitulaciones de rendición generosas. Una parte de la tierra fue entregada a los nobles que participaron en la conquista, a las órdenes militares o a grandes concejos encargados de su repoblación. En determinadas tierras de frontera se otorgaron cartas de población y fueros, en los cuales se concedían ventajas y facilidades a quienes fuesen a poblar las tierras de frontera. Suelen allí fijarse los límites de los términos, las condiciones de acceso a la tierra, la concesión de franquicias y unas normas básicas sobre la vida municipal. Los fueros –a veces incluyen la primitiva carta de población- son instrumentos jurídicos, otorgados por los monarcas, que regulan la vida local. En Aragón, a partir de 1247, se produjo un proceso de unificación foral que dará lugar a los “Fueros de Aragón”, normas legales emanadas del Rey con las Cortes.
            Al hablar de la repoblación la respuesta podrá centrarse únicamente en Aragón o extenderse al conjunto de España.

Mudéjares y moriscos

            Conocemos con el nombre de mudéjares a los musulmanes sometidos a los poderes cristianos tras el avance de éstos sobre territorio de Al-Andalus. Se les permitió conservar su religión, sus costumbres, su cultura y se organizaron en aljamas que gozaron de la protección real. A lo largo de siglos hubo una coexistencia respetuosa entre cristianos y musulmanes. No obstante, son poblaciones sometidas a una cierta segregación social y a unas cargas fiscales mayores que las soportadas por la población cristiana. Con el tiempo, la tolerancia religiosa declinó, especialmente tras la toma de Granada, y se caminó hacia la unidad religiosa. La impronta mudéjar se aprecia en la arquitectura, con ejemplos sobresalientes en Aragón (Seo de Zaragoza, torres mudéjares de Teruel…).
            A comienzos del siglo XVI fueron obligados a convertirse al cristianismo, momento a partir del cual se les denomina cristianos nuevos o moriscos. El proceso de integración avanzó en algunas regiones, pero la presencia de los piratas berberiscos y de los turcos como enemigos de la monarquía, les hizo sospechosos. Fueron expulsados a comienzos del siglo XVII por el rey Felipe III, alegando su condición de malos cristianos y de potenciales aliados de los turcos. La medida afectó gravemente a Valencia y Aragón, dejando multitud de pueblos vacíos que fue necesario repoblar.

El trabajo de los indígenas americanos tras la conquista: las encomiendas

            Los españoles en América aspiraban, entre otras cuestiones, a sacar rendimiento de la conquista y esto no se podía hacer sin el trabajo de los indígenas. Sin embargo, una buena parte de éstos, no habituados al trabajo regular, no estaban dispuestos a trabajar voluntariamente, por lo que fue necesario obligarles. La encomienda suponía la entrega, por parte de la Corona, de un número de indios a un español en calidad de fuerza de trabajo. Así ocurrió en las Antillas, mientras en el continente, fundamentalmente, en lugar de repartir indios, se adjudicaron a los encomenderos los tributos de un cierto número de indígenas.
Los encomenderos tenían obligación de instruir y evangelizar a los indios, pero reunir en un mismo instrumento la cristianización de los indígenas y la explotación de su fuerza de trabajo resultó un fracaso. Los misioneros (Montesinos, Las Casas…) denunciaron la explotación del indio y fueron escuchados en España, contribuyendo así a la mejora paulatina de la situación del indígena americano.

La Inquisición

            Fue un tribunal eclesiástico encargado de la persecución de la herejía, que se desarrolló en Europa a partir del siglo XII. La Inquisición española tiene una larga vida, que se extiende desde 1479 hasta 1834. La Inquisición desarrollada por los RR. CC. jugó un papel político, siendo un poderoso instrumento de control social al servicio del Estado monárquico. Estuvo vinculada al Estado y a la cabeza de la organización estaba el Inquisidor general y el Consejo Supremo. El territorio quedó dividido en distritos, en cada uno de los cuales había un tribunal. Sus procedimientos judiciales (proceso secreto, delación anónima…) y sus consecuencias (graves penas, confiscaciones, infamia…) generaban miedo y la convirtieron en una institución temible.
            Al principio se ocupó de los judeoconversos, después de los moriscos y, desde mediados del XVI, de los cristianos viejos, tratando de conformar un modelo de religiosidad homogéneo en todo el país.

El fin de la hegemonía de la monarquía hispánica: la paz de Westfalia

            Durante los reinados de Carlos I y Felipe II quedó firmemente asentada la hegemonía de España en Europa y el Mediterráneo. El reinado de Felipe III transcurre en calma, pero en el de Felipe IV el declive en Europa será un hecho. En el interior hubo de hacer frente a las rebeliones de Cataluña y Portugal. En el exterior, los fracasos en la guerra de los treinta años (lucha por el predominio político en Europa, divisiones religiosas y políticas en Alemania) supone el fin de la hegemonía de los Austrias. Holanda, Dinamarca, Inglaterra, Suecia y, más tarde, Francia, serán los rivales de España y el Imperio alemán.
            La paz de Westfalia (1648) reconoce el derecho de los príncipes alemanes a escoger la religión de sus estados y la independencia de Holanda, además de ventajas territoriales para Suecia. En la paz de los Pirineos (1659), se pone fin a la guerra con Francia, a la que se cedían el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas en los Países Bajos. Es el fin de la hegemonía en el continente, que pasa a manos de Francia, mientras el dominio de los mares lo ejercerán holandeses e ingleses.

Los decretos de Nueva Planta y el fin del foralismo

            Tras la muerte de Carlos II sin descendencia se planteó un problema sucesorio, que llevó a la guerra de sucesión, donde se enfrentaron los dos pretendientes al trono, Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos, apoyados por las distintas potencias europeas, dado que el conflicto se internacionalizó.
            El triunfo de Felipe V supuso, siguiendo el modelo francés, una reorganización del Estado, que implicó una centralización política y administrativa. Con los decretos de Nueva Planta desaparecieron las instituciones políticas propias de los diversos territorios forales (Cortes, Diputación, Justicia), con la excepción del País Vasco y Navarra. Sólo pervivieron los fueros civiles en algunas regiones, como es el caso de Aragón.
            Los Borbones establecieron una estructura político-administrativa uniforme y centralista en todo el territorio, basada en el modelo de Castilla, lo que favoreció el absolutismo monárquico.

La Ilustración

            La introducción de las ideas ilustradas en España fue lenta y tardía, sin duda por la falta de una pujante burguesía y las resistencias de sectores eclesiásticos y aristocráticos. Los ilustrados fueron un grupo reducido de intelectuales (Feijoo, Campomanes, Jovellanos, Aranda, Olavide, Floridablanca…) que analizaron la problemática de la nación y propusieron reformas con el objetivo de superar el atraso del país. De su seno, tras la correspondiente evolución, surgirá el pensamiento liberal que triunfará en el siglo XIX. Critican a la Iglesia, pero aspiran a una práctica religiosa más rigorista y defienden la capacidad del rey para intervenir en asuntos eclesiásticos (regalismo). Por otro lado, confían en el impulso reformista de la monarquía.
            Entre las preocupaciones de los ilustrados está la educación, pues sólo la cultura podía sacar al país del atraso. En este terreno se enfrentaron a la Iglesia, que controlaba la educación, y defendieron la necesidad de una enseñanza útil y práctica, abierta a las nuevas ciencias y a las novedades del extranjero.
            El atraso económico también les preocupó y censuraron el fuerte predominio de la propiedad aristocrática y eclesiástica, el excesivo control estatal de las actividades económicas y el desconocimiento de los nuevos avances técnicos que se divulgaban por Europa.
            Los ilustrados criticaron los privilegios de la nobleza o el elevado número de eclesiásticos y defendieron la dignidad de los oficios mecánicos (fin de la deshonra legal del trabajo).

Los señoríos

            El señorío supone el dominio sobre tierras y hombres, delegado por el rey en otras personas o colectivos. El titular acumula jurisdicción, rentas y, casi siempre, patrimonio. Los titulares de los señoríos pueden ser nobles o eclesiásticos (órdenes militares, abades, obispos, cabildos, monasterios…).
            En virtud del señorío jurisdiccional los señores nombraban a las autoridades locales, ejercían la justicia y cobraban tributos. Era una fuente de poder político y económico.
            El señorío jurisdiccional va acompañado de la existencia de derechos de propiedad sobre una parte de la tierra, lo que se traduce en el cobro de unos cánones por el uso de la misma por parte del campesino.
            Los señoríos se originan en la Edad Media, frecuentemente como donaciones reales para pagar la colaboración en la Reconquista. Durante la Edad Moderna la creación de nuevos señoríos suele hacerse por medio de la enajenación de tierras de realengo. El resultado fue que miles de pueblos quedaron fuera de la autoridad directa de la corona.
            Fueron abolidos a comienzos del siglo XIX por los liberales.

Características del Antiguo Régimen

La expresión Antiguo Régimen designa al período de la historia anterior a la revolución francesa, a las revoluciones liberales y a la industrialización.
Se caracteriza por la monarquía absoluta como forma de gobierno, aunque mediatizada por la fuerte presencia de la Iglesia en la vida pública (regulación del matrimonio, importancia de la jurisdicción eclesiástica, diezmos, primicias…) y la existencia de instituciones representativas de los distintos estamentos (Cortes).
La economía es fundamentalmente agraria, con una gran presencia de la nobleza y la Iglesia como propietarios. Además, los patrimonios de la nobleza están vinculados, no pueden venderse (mayorazgos), lo que dificulta el acceso a la tierra de los campesinos. Una buena parte de los campesinos vivían en señoríos, sometidos a la jurisdicción de los señores y debiendo abonar los correspondientes tributos por el uso de la tierra. La industria es artesanal y el comercio tiene serios obstáculos debido a la lentitud y carestía de los medios de transporte.
La sociedad se basa en el privilegio, en la desigualdad jurídica de los grupos privilegiados (nobleza, clero), y en el nivel económico de las personas, cuestiones no siempre coincidentes.
Su fin llegó con la irrupción del liberalismo y el triunfo del capitalismo.

Criterios de corrección de los temas PAU

CRITERIOS DE CORRECCIÓN DE LOS TEMAS CON VALOR DE 5 PUNTOS



El liberalismo (ideario y corrientes) y la oposición al mismo

El liberalismo aspira a la eliminación de las características propias del antiguo régimen, a la vez que pretende construir otra sociedad basada en los principios liberales. En lo político la constitución se erige como la norma reguladora de la vida pública. Se rechaza la monarquía absoluta y se apuesta por la monarquía constitucional. Se eliminan los privilegios de la nobleza y el clero, así como el régimen señorial. Se proclaman los derechos del individuo y la soberanía nacional, se establece la división de poderes y el sufragio universal (masculino). Se formula la nación como conjunto de los españoles, con igualdad de derechos políticos y como depositaria de la soberanía nacional. El liberalismo aboga por un estado unitario y centralizado. En lo económico defiende la propiedad privada libre y plena, se rechazan los bienes vinculados y los comunales, se aspira a la libertad de comercio e industria, a la libertad de contratación de los trabajadores y a la fiscalidad común. No se rechaza la religión, pero se tiende a limitar el poder económico de la Iglesia y aflora el anticlericalismo.
            En las Cortes de Cádiz, entre las personas que buscan el cambio, se aprecia una distinción entre los liberales y los ilustrados reformistas. Posteriormente, los liberales del Trienio se dividirán entre moderados y radicales. La división continuará durante el reinado de Isabel II entre moderados, progresistas y liberales radicales.
            La oposición al liberalismo vendrá de la mano de Fernando VII y los absolutistas, así como del carlismo. Fernando VII deja sin efecto la obra legislativa de la Cortes de Cádiz y persigue a liberales y afrancesados. La oposición al absolutismo se plasmó en los pronunciamientos, prosperando el de Riego (Trienio Liberal).
            El carlismo (Primera guerra, 1833-1840) se caracteriza por su antiliberalismo, niega la soberanía nacional y defiende el sistema foral frente a la centralización liberal. Los carlistas encontraron apoyo en el medio rural, donde las masas campesinas fueron el principal apoyo social; se oponían a los cambios  que el liberalismo introducía, sobre todo en la propiedad colectiva. También encontró apoyo en los artesanos, la pequeña nobleza, parte de la jerarquía eclesiástica y del bajo clero. Desde el punto de vista geográfico, el carlismo se extendió por Vascongadas, Navarra, Cataluña, Aragón, Valencia, Galicia y Castilla la Vieja.

El sexenio democrático

            Los progresistas y demócratas pactan (Pacto de Ostende) para derribar a Isabel II y, más tarde, se les une Serrano y la Unión Liberal. La crisis económica facilitó la participación de las masas populares en la revolución de 1868. La crisis política de la monarquía actúa como detonante final. Surgen las juntas revolucionarias, disueltas por el gobierno provisional (Prim, Serrano). Se elige por sufragio universal unas Cortes Constituyentes –donde obtiene representación el Partido Republicano Federal-, que aprueba la Constitución de 1869 (soberanía nacional, división de poderes, derechos y libertades del ciudadano, monarquía parlamentaria).
Como rey se escoge a Amadeo I de Saboya. En su breve reinado hubo de hacer frente a diversos problemas: asesinato de Prim, oposición de los monárquicos tradicionales, de los alfonsinos, del republicanismo federalista, agitaciones obreras y crisis colonial.
            Tras el fracaso de Amadeo de Saboya se establece la I República (1873-1874), que tuvo cuatro presidentes (Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar) y acabó con el golpe militar del general Pavía. La I República contó con la oposición de los sectores conservadores, los carlistas y los alfonsinos. Además, entre los partidarios hubo divisiones (federalistas, unionistas) y confusión sobre los objetivos políticos. Se aprobó una nueva constitución (1873), se abolió la esclavitud y se suprimieron las quintas. La República hubo de hacer frente a las tensiones sociales (campesinos sin tierra de Andalucía, reivindicaciones obreras), insurrección cantonal, la guerra en Cuba y una nueva guerra carlista.
            Cánovas prepara la vuelta de los Borbones (manifiesto de Sandhurst), pero es el golpe de Martínez Campos el que permite la llegada de Alfonso XII como nuevo rey.

El sistema político de la Restauración y los elementos opositores al mismo

            La vuelta de los Borbones fue preparada por Cánovas (manifiesto de Sandhurst) y facilitada por el golpe de Martínez Campos. Se abre un largo período de estabilidad política con predominio de los valores conservadores de orden, propiedad y monarquía. Se trataba de crear un sistema político compartido por todos los sectores burgueses y de asegurar la exclusión de las clases bajas de la vida política.
            Cánovas sentó las bases institucionales y jurídicas del sistema, cimentado en la nueva constitución de 1876 (soberanía compartida, declaración de derechos) y el bipartidismo (conservadores, liberales de Sagasta), que daría lugar al turno pacífico entre los dos partidos dinásticos. El turno se garantizaba con el fraude electoral, manejado por los caciques locales mediante la compra del voto o la coacción.
            La oposición al sistema político viene representada por el carlismo (derrotado en 1876), los republicanos (divididos), los nacionalismos (Cataluña, País Vasco) y el movimiento obrero (anarquismo, socialismo). El período se vio sacudido por la crisis de 1898.

La dictadura de Primo de Rivera

            La crisis del liberalismo y del modelo de la Restauración propiciaron el golpe de Estado de Primo de Rivera, que triunfa sin resistencias. Contó con el amparo del rey y la simpatía de la opinión pública.
            El nuevo régimen se fundamenta en bases políticas diferentes al liberalismo: partido único (Unión Patriótica), representación de carácter corporativo y gestión ordinaria en manos de militares o técnicos. Hay una voluntad regeneracionista, se desmonta el caciquismo y se potencia el nacionalismo español frente al nacionalismo periférico. Se controla el orden público declarando el estado de guerra y se reforman los gobiernos provinciales y municipales. Acabó con la guerra de Marruecos tras el desembarco de Alhucemas. La dictadura tuvo dos fases: el directorio militar y el civil.
            La política económica se caracterizó por el nacionalismo económico y el intervencionismo para propiciar la industrialización. Se reguló el mercado interior, se estableció un fuerte proteccionismo de la industria nacional y se creó un Consejo Económico Nacional, encargado de autorizar la instalación de nuevas industrias.
            Hubo un fomento de la producción nacional mediante la protección fiscal y créditos favorables. Se elaboró un Plan Nacional de Infraestructuras con el cual se construyeron embalses, se crearon las Confederaciones hidrográficas, se construyeron carreteras y se mejoró el ferrocarril. Para financiarlo se recurrió a la deuda pública. Se crearon monopolios en diversos sectores (CAMPSA, Telefónica).
            La dictadura fue ganando enemigos (viejos partidos, parte del ejército, el nacionalismo catalán, los republicanos, el mundo intelectual) y no supo articular una salida política al régimen de excepción, lo que lleva a la caída del dictador en 1930.

La II república

            La II República se proclamará tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931. Atravesó por tres fases.
            Durante el bienio reformista (1931-1933) se aprobó la Constitución de 1931 (libertad religiosa, libertad de expresión, asociación, reunión, derecho de autonomía, separación Iglesia-Estado...). El gobierno presidido por Azaña realiza importantes reformas: reforma religiosa (divorcio, matrimonio civil, secularización de cementerios...), reforma militar (retiro voluntario, supresión de las capitanías y de la Academia General militar...), reforma agraria (Ley de Reforma Agraria...), reformas sociales (seguros sociales, rebaja de la jornada...), reforma de la educación (nuevas escuelas, incremento del número de maestros, misiones pedagógicas...) y reforma del Estado (estatutos de autonomía de Cataluña y País Vasco).
            En las elecciones de 1933 triunfa la derecha (CEDA) (1934-1936), que inicia una marcha atrás en las reformas del período anterior y excarcela a los militares sublevados en 1932 (Sanjurjo). En octubre de 1934 se produce un movimiento revolucionario (Madrid, País Vasco…) y la Generalitat de Cataluña (Companys) proclama el estado catalán en el marco de la república federal española. Los sucesos más graves fueron los de Asturias.
            Las siguientes elecciones (febrero 1936) las gana el Frente Popular, en el que participan los partidos y sindicatos más significativos de la izquierda (enero 1936). El programa incluía la amnistía para los condenados por los sucesos de 1934 y la recuperación de las líneas de actuación del bienio azañista (reforma agraria, estatuto catalán, educación…). Azaña paso a presidir la República. Se liberó a los presos políticos y se activaron de nuevo las reformas iniciadas en el bienio reformista: estatutos de autonomía, reforma agraria… La inquietud social y la violencia en las calles aumentaron.

La guerra civil de 1936-1939

            Causas de la guerra civil: La creciente polarización social entre la izquierda y la derecha, que se traduce cada vez más en violencia callejera protagonizada por los más radicales; el temor de los sectores conservadores al proceso de revolución democrática que amenazaba sus intereses; la conspiración militar desde la victoria del Frente Popular, para defender sus intereses corporativos, de clase y su visión del orden social; los asesinatos de Castillo y Calvo Sotelo; el fracaso del golpe militar, que desemboca en guerra civil.
            El golpe de Estado contó con apoyos civiles y eclesiásticos, logrando controlar inicialmente amplias áreas de España.
La España republicana hubo de hacer frente a diversos problemas: revolución social, caos organizativo, problemas militares, inestabilidad política…
El bando sublevado se organiza como dictadura militar al mando de Franco (Junta de Defensa Nacional, Jefe Nacional del Movimiento)  y anula las reformas republicanas.
            La defensa de la República se identificó con la defensa de la democracia y los antifascistas de otros países apoyaron a la República entendiendo que así luchaban contra el fascismo europeo. Francia y Gran Bretaña impulsaron el Comité de No-Intervención, donde estaban los principales países europeos. La República contó con el apoyo de la URSS y de las brigadas internacionales. Los sublevados dispusieron de la asistencia de Alemania e Italia.
            Consecuencias de la guerra: muertos y heridos, destrucción material de las infraestructuras del país, aminoración de la producción agropecuaria, establecimiento de una dictadura, eliminación de partidos políticos y sindicatos, represión de los vencidos.

El franquismo

            El franquismo, ideológicamente, se caracterizó por el anticomunismo, el antiliberalismo, el antiparlamentarismo, el nacional catolicismo, el nacional sindicalismo y el tradicionalismo. Políticamente se apoyó en Falange (al principio), los monárquicos, el ejército, la Iglesia y, más tarde, en los tecnócratas del Opus Dei.
            Socialmente se sustentó en los grandes propietarios de tierras, la burguesía industrial, la aristocracia financiera, la burguesía de empresarios y especuladores surgida durante la autarquía, las clases medias rurales y urbanas y los eclesiásticos.
Los primeros años (1939-1950) se caracterizan por la construcción del nuevo orden institucional e ideológico, la represión de los vencidos, el racionamiento, los maquis, la autarquía y el bloqueo internacional.
            Durante los años cincuenta finaliza el aislamiento internacional (tratado USA, Concordato), se inicia la liberalización económica, llegan las ayudas económicas internacionales, aparecen las primeras protestas (crisis universitaria, oposición obrera), se establece la Ley de Principios del Movimiento Nacional y se descoloniza Marruecos.
            En el período 1959-1975 se renuevan los dirigentes del régimen (tecnócratas del Opus Dei, reformistas del Movimiento), se produce la expansión económica (plan de estabilización, planes de desarrollo) y crece la oposición y la apertura del régimen.
            El entramado institucional del franquismo se basó en una serie de leyes fundamentales: Ley Constitutiva de las Cortes (1942), Ley de Referéndum Nacional (1945), Fuero de los Españoles (1945), Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1946), Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958)…