lunes, 2 de mayo de 2011

La noche de los cristales rotos en El Aaium (Sahara Occidental)

 

Campamento saharaui en el desierto argelino


Decía Marx que la historia se repite como caricatura al analizar los errores del ser humano a lo largo de la historia. Walter Benjamín resumía la historia como cúmulo de desgracias y barbaridades que se amontonaban unas sobre otras. “Erre que erre” y “El hombre es el único animal que choca dos veces con la misma piedra” son ya sentencias populares a nadie ajenas, todos las hemos utilizado en multitud de ocasiones.


Noche de los cristales rotos




Fuerzas de seguridad alemanas mofándose de un judio
La fuerza es su lenguaje
La idea de que el hombre por definición no aprende de sus malas experiencias ha sido desarrollada en multitud de ocasiones y circunstancias. Incluso estamos cansados de ver como una simple rata de laboratorio, sometida a algún castigo físico ante una reacción frente a un estímulo determinado, aprende al menos lo que no tiene que repetir si no quiere sufrir de nuevo, capacidad animal que los hombres parece que hemos olvidado.




Placa conmemorativade la tragedia alemana



Toda esta perorata viene al caso con el ridículo universal en el que ha vuelto a caer nuestro género una vez más. Nuestro deseo al escribir estas líneas queda muy lejos de ejercitar la técnica literaria de la comparación. Ni tan siquiera acercarnos a una lección práctica de historia comparada. Se trata tan sólo de evidenciar lo ridículo que somos frente al poder que nos adjudicamos. Seres desarrollados, animales inteligentes, seres con conciencia e instinto de conservación son autodefiniciones falsas, únicamente se trata de anhelos de lo que nos gustaría ser pero que los hechos se empeñan en contradecir.

El ejemplo que se trae hoy aquí no deja lugar a dudas. La noche de los cristales rotos (en alemán: Reichspogromnacht o Reichskristallnacht) fue un pogromo ocurrido en Alemania y Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Fue dirigido contra ciudadanos judíos en todo el país y es para muchos observadores el paso previo hacia el inicio del Holocausto. El caso es que las fuerzas de seguridad alemanas con instrucciones de los dirigentes políticos del país arrestaron a miles de judíos  y también destrozaron sus comercios. Más de 90 de ellos fueron asesinados en los altercados. El ataque fue maquiavélicamente pensado y orquestado por el gobierno alemán. Esto significaba que el mando del NSDAP (Partido Nacional Socialista) estaba de acuerdo y, como hacía a menudo, el gobierno utilizó la organización del partido aparte de la autoridad del gobierno. El 9 de noviembre estos altercados destruyeron 1.574 sinagogas, multitud de cementerios y más de 7.000 tiendas. Más de 30.000 judíos fueron detenidos e internados en campos de concentración. Lo llamativo de esta tragedia fue la reacción de la comunidad internacional que no hizo otra cosa que lamentar oficialmente los hechos y mirar para otro lado. Mucha conversación multilateral, mucha reunión, cientos de declaraciones de protesta, pero ninguna acción y total respeto al espíritu de claudicación firmado en el Pacto de Munich firmado con Hitler en el mes de septiembre anterior que le permitirá seguir con su política de agresiones y violencia.


Violencia marroquí




Violencia marroquí


Asesinado saharaui por fuerzas marroquíes






Exactamente setenta y dos años después, para colmo de caricatura en el mismo día del año, las fuerzas de seguridad marroquíes invaden, ocupan y reprimen una ciudad creada de manera provisional y pacífica por gentes saharauis. La idea saharaui era inteligente y una forma de protesta novedosa y atractiva para el mundo. La creación de un campamento a pocos kilómetros de la capital de la zona saharaui ocupada por Marruecos con el fin de manifestar la injusticia que durante décadas se ha cebado con este pueblo. Denunciar la situación colonial del territorio y darla a conocer al mundo ha sido el pecado cometido por los saharauis, y muy grave ha debido de ser para que Marruecos ordene una masacre como ésta. Monstruos como el de la ocupación marroquí ha habido muchos a lo largo de la historia, pero la capacidad de actuación de la comunidad internacional para frenar sus actos es algo novedoso. Ahora sí que existen multitud de mecanismos y medidas para obligar a cualquier gobierno a respetar los derechos humanos. Es simplificar, pero podemos resumirlas en una institución: la ONU. ¿Qué hace? Lo mismo que la esclerótica Sociedad de Naciones de los años treinta. Habla, se reúne, denuncia, advierte, pero sin hechos. Y no por falta de recursos y legitimidad, sino porque pesan más intereses económicos, que además a nivel global son insignificante calderilla.


Hay quien continúa con el lenguaje de la paz
Aminetu Haidar




Por seguir con lamentables comparaciones viene a nuestra mente una imagen que nos ridiculiza como seres humanos. Vemos a la jerarquía marroquí riendo en los salones de palacio como los jerarcas nazis lo hacían en la puerta de Hitler. Y además se rien con razón. Se ríen de la debilidad de una supuesta comunidad internacional moderna y cargada de valores humanos. Se saben ganadores. La historia se repite en forma de caricatura. Así comenzamos y así concluimos. Pena.


¿Nunca más?

No hay comentarios:

Publicar un comentario